martes, 17 de octubre de 2023

 

                                 INMUNIDADES DE LOS MINISTROS

          Con un adelanto respetable, la prensa informó que varios altos jerarcas del gobierno deberán comparecer ante la fiscalía competente por el llamado caso Marset. Liquidado por una interpelación parlamentaria y dos investigaciones administrativas, el asunto ya se daba por terminado en sus instancias.

          Pero, una orden personal impartida por el Director de la Fiscalía Dr. Juan Gómez dispuso que se iniciaría una indagatoria preliminar, que es la que motiva la presencia de varios ministros en calidad de indagados. Lo cual supone que deberán concurrir con asistencia letrada. También, la parafernalia televisiva “ad portas”.

          Tengo, en principio, cierta vacilación respecto al fundamento jurídico por el cual la fiscalía puede llamar a declarar a un ministro de Estado. Dando por cierto que mentes más esclarecidas pudieran no tenerla.

          Esto es así porque el art. 178 de la Constitución establece que “Los ministros de Estado gozarán de las misma inmunidades y les alcanzarán las mismas incompatibilidades y prohibiciones que a los Senadores y Representantes en lo que fuere pertinente”. Es decir, inmunidad de opinión e inmunidad de arresto.

 

            En el caso, debiera suponerse que, ante un texto que abruma por su claridad, ningún fiscal podría interrogar a un ministro de Estado por los juicios y opiniones que hubieren vertido en el ejercicio de sus funciones. Quien lo intentara, podría recibir una respuesta contundente que llenaría de perplejidad la sala: “yo tengo inmunidad de opinión y las que he emitido sobre el caso Marset están fuera de todo contralor jurisdiccional o de averiguación fiscal”.

          Coloquialmente, podríamos decir entonces, que el intento de ponerlos en la parrilla habría fracasado por impertine

 

 

viernes, 11 de noviembre de 2022

DE ENCUENSTAS Y POLITÓLOGOS

                     Hay veces que resulta difícil juzgar la imparcialidad que, en rigor de emblemático en verdad, debieran lucir las encuestas y los inevitables comentarios que les endosan los politólogos y los comentaristas de lo general. El caso Astesiano es ese sentido, no obstante irse desvaneciendo con el paso del tiempo, reducido a un tema policial cuyas consecuencias pueden convertirse en un verdadero bumerán.

           Viene ahora la segunda parte: los politólogos están aplicando toda su ciencia para determinar por qué el caso Astesiano no melló la aprobación que el presidente Lacalle Pou recibe de la población, superando el promedio que los presidentes anteriores tenían en la mitad del período de gobierno. Es entonces cuando aparecen las interpretaciones más cavilosas, todas de imposible probanza, a cuyo vaivén se pierden los mínimos de sensatez exigibles, justamente en quienes suelen presentarse como expertos en la materia.

          Y digo de imposible probanza porque el resultado de una encuesta se expresa en números. Cosa distinta es pretender interpretar esos números en función supuestas intenciones de las personas consultadas, tarea vana por el prejuzgamiento antojadizo que conlleva y engañosa en sus resultados. Sería la interpretación desmereciendo a la ciencia.

          En el caso que comento tuvo que aparecer una encuesta novedosa y extraña realizada por una empresa de conocida afinidad con el FA, referida al grado de confianza que merece en la población el presidente Lacalle Pou. Ya no es la aprobación de su gestión, sino la confianza, maniobra burda por la falsedad intrínseca que supone, toda vez que, psicológicamente hablando, la aprobación es una indubitable expresión de confianza. Porque primero se confía, luego se aprueba.

         Del disparatorio habitual con que la oposición pretende desmerecer al presidente Lacalle Pou, este de “la confianza” bien merecería la calificación premiun de los últimos días.

lunes, 17 de octubre de 2022

OPOSICIÓN Y FARÁNDULA

              La farándula frenteamplista sigue echando leña a la hoguera en su propósito perverso de acosar al gobierno de Lacalle Pou, aún a riesgo de alterar la vida del país, con sus huelgas y paros perfectamente programados por el Partido Comunista. Como en el mensaje bíblico de la “zarza ardiendo” que nunca se apagaba, acá todo sirve para avivar la llama, nada se desperdicia. Cualquier hecho, norma, circunstancia o comentario que emane del Poder Ejecutivo, en particular del presidente Lacalle Pou, desata una catarata de acusaciones e interpretaciones maliciosas.

          En otras palabras, para esta gente el gobierno de Lacalle Pou es una especie de desgracia nacional y como tal, todo vale para combatirla. Una miseria como nunca se había visto en el país, incluyendo los 15 años en que gobernaron prácticamente sin oposición. En ese designio perverso afloran a diario la mentira, la calumnia, la descalificación y hasta la burla. El odio y la iracundia en la expresión verbal son fiel reflejo de un estado de ánimo alterado por una derrota que no terminan de aceptar en términos democráticos.

          Por eso hay que mentir, mentir siempre, porque la mentira cala hondo en la credulidad popular y eso sirve para denigrar a la gente honrada, práctica comunista de vieja data, bien visible hoy día en la verborragia cotidiana de los dirigentes que integran la oligarquía sindical que organiza a diario todo tipo de huelgas y paros generales. Después de todo y en buen romance, al país que lo parta un rayo si eso sirve como lanzadera para llegar al gobierno.

          A este proceder la izquierda le llama oposición y quizá lo sea. Pero una oposición pérfida, consciente de su sinrazón, que invoca la pobreza –la de los demás, por supuesto- como consigna para utilizar en su provecho a las mismas masas que dice defender, con sus marchas diarias y su vocinglería ante la Torre Ejecutiva. Es oposición y farándula al mismo tiempo, pintura grotesca de un estilo que no agrega nada a la conocida monserga comunista.

          Ante este asedio inmerecido, se yergue serena la figura del presidente Lacalle Pou. Dedicado en cuerpo y alma a su tarea gubernativa, dinámico, recorriendo el país, en contacto directo con la gente y siempre abierto al diálogo, merece el reconocimiento y la confianza que el pueblo, mayoritariamente, depositó en él.

domingo, 18 de septiembre de 2022

FISCAL GENERAL EN BUSCA DE UN DELITO

 

    Una reciente información de prensa daba cuenta que el Fiscal General Dr. Juan Gómez había decidido enviar al Fiscal correspondiente –sin saber cuál- la versión taquigráfica de la interpelación que se realizó en el senado a los ministros Heber y Bustillo a propósito del caso del pasaporte a Marset. Invocó la “transparencia”  “y las repercusiones internas y externas que justifican con amplitud la investigación que se pretende”. Es decir, el Fiscal General, por su cuenta, toma cartas en un asunto que había sido tratado durante horas en el Senado, prácticamente sin consecuencias

          Creo que Sr. Fiscal se ha metido en camisa de once varas desde el punto de vista jurídico, incursionando en un terreno ajeno a la superioridad de su cargo. En primer término, porque al Fiscal General no le corresponde provocar la intervención de un fiscal determinado para que actúe de oficio en un caso concreto,   porque ello equivale, ni más ni menos, que a sustituirlo en su “leal saber y entender”.

           Esto es así porque la decisión de intervenir o no hacerlo es un fenómeno psicológicamente puro que se da en la intimidad de la conciencia del agente y no debe ser inducido desde afuera sin riesgo de menoscabar su libertad en ese orden, constitucionalmente protegida. Incluso la sentencia es lo que el juez ha “sentido” según la etimología que Couture encontraba para esta palabra, lo cual alude a la parte anímica de su contenido.

           Particularmente, cuando la indagatoria preliminar –como en este caso- carece de indicios que hagan verosímil la existencia de un hecho presuntamente delictivo, tanto que para encontrarlos el fiscal a designar debe leerse la versión taquigráfica de una interpelación que duró 7 horas.

         Esta decisión del Fiscal General orbita en torno de un proceder llamado “inquisitio generalis”, aborrecido por el derecho penal y que consiste en hurgar en un aspecto de la vida de una persona o la actuación de un funcionario hasta encontrar indicios que apunten a la comisión de un delito. Los americanos, con acierto, le llaman “phishing” por su similitud con la pesca.

          En concreto, el Fiscal General no sabe si hay indicios de la comisión de un delito y como no lo sabe, ordena que le pasen a un fiscal cuya competencia también ignora, la versión taquigráfica de una sesión del senado, sin decir para qué. Un proceder que solo de pensarlo eriza la piel.

          Sus fundamentos discurren por la misma senda de la improvisación: bregar por la “mayor transparencia” y las “repercusiones internas y externas” del caso, ni siquiera válidos como expansión literaria. Con lo cual nos quedamos sin saber a qué se refiere, cuando todavía no existe jurídicamente ni la sospecha de la comisión de un delito. La incógnita recién se despejará cuando el fiscal asignado termine de leer una versión taquigráfica de varias decenas de páginas, si no se queda sin aliento por la mitad del camino.     

martes, 12 de julio de 2022

 ENCUESTAS Y MAYORÍA ABSOLUTA

        Estoy advirtiendo que las encuestas sobre la intención de voto que publican las empresas especializadas están omitiendo, quizá por inadvertencia o descuido, un concepto fundamental para predecir el resultado final de esta consulta. Y es que para que la propuesta de derogar los 135 artículos de la ley de urgente consideración se requiere que el “Sí” supere la mayoría absoluta de votos válidos emitidos, tal como lo dispone el art. 43 de la ley 16.017 del 20 de enero de 1989.

          Es decir y para ser más preciso, se suman los votos válidos emitidos a favor del “Sí” y a favor del “No”, a los cuales se agregarán los votos en blanco. De ese total definitivo, la opción por el “Sí” debiera superar la mitad para que el resultado del referéndum se considere derogatorio de la LUC.

          Dicho textualmente: “Efectuado el escrutinio, la Corte Electoral proclamará el resultado. Se considerará que el Cuerpo Electoral ha hecho lugar al recurso cuando sufraguen por SI más de la mitad de los votantes cuyo voto sea considerado válido” (art. 43).      

          En consecuencia, de poco sirven las encuestas que dan determinadas cifras a favor del “Sí”, si de ellas surge claramente, en su proyección, que no llegarán a ese mínimo exigido por la ley y al cual muy pocas consultas anteriores han llegado, concretamente cuando se pretendió derogar la llamada Ley de Caducidad.

          Por lo dicho, entiendo que las empresas encuestadoras debieran hacer en sus números y en sus conclusiones, una mención a esta exigencia de una mayoría absoluta, que juzgo insoslayable, para que el lector tenga una idea cierta de cual será resultado de las urnas.

                      UN PRESIDENTE QUE HONRA AL PAÍS

          Quiero referirme al verdadero suceso que fue la visita del presidente Lacalle Pou al Reino Unido, invitado especialmente por el primer ministro Boris Jonhson. En el orden formal, nuestro presidente lució su prestancia habitual, es decir, aplomo y seguridad en sí mismo y su natural sencillez ante los ritos del protocolo, sin perder de vista el objetivo principal de su visita en el orden comercial. Fue un placer verlo conversar fluidamente en inglés con el primer ministro, como así también ante los distintos auditorios donde se presentó.

          Es que así funcionan las relaciones internacionales entre jefes de gobierno y de estado por requerimiento casi imperativo de la importancia de asuntos que la globalización pone en carpeta todos los días y que empieza, obviamente, por hablar en un mismo idioma. Y en lo principal, el presidente apuntó sin ambages a la apertura comercial del Uruguay al mundo, desechando esos remilgos más o menos nacionalistas que tanto obstan al crecimiento de nuestra región.

          Volvió con esperanzas, quizá ilusiones también, de que su visita al Reino Unido producirá en corto plazo buenos resultados para el desarrollo del país, que es, en suma, el bienestar de su población. Y que demuestra cuánto puede conseguirse cuando un presidente decidido y bien informado sale al exterior en estas circunstancias.

          Por todo ello es que puede decirse con orgullo que el presidente Lacalle Pou ha honrado a todos los ciudadanos, incluidos aquellos que les escuece el alma oírlo hablar en inglés, algo desconocido en los últimos tiempos por quienes pusieron en su blasón la mediocridad como signo distintivo de su ideología populista.

¡ADMIRABLE!

           Si tuviera que expresarlo en sentido figurado, diría que Luis Lacalle Pou le cambió la faz a la presidencia de la república, realidad absolutamente incontrovertible por su notoriedad. Es que el país asistió repentinamente a un cambio abrupto y casi desconocido en el ejercicio de la primera magistratura. Hoy tenemos a un hombre joven, dinámico, estudioso y bien informado, de expresión fluida y segura, entregado enteramente a su función, para cuyo cumplimiento no existen horarios y en contacto permanente con la población.

                    Todo lo cual contrasta notoriamente con el pasado reciente que, refugiado en sus mayorías parlamentarias absolutas que todo lo consentían, generó un producto sin destellos, apenas visible una vez por semana y sin contacto alguno con los medios informativos. Y donde el hoy habitual “pregunten” de Lacalle Pou a la prensa hubiera resultado una profanación del silencio reinante en la Torre Ejecutiva.

          Pero la cualidad más distintiva de la personalidad del presidente Lacalle Pou es la calma que exhibe en sus expresiones públicas, cualesquiera sean los temas o las circunstancias en que las pronuncia. Esa tranquilidad de ánimo es una rara virtud en política, allí donde la salida de tono, el exabrupto y la descalificación del adversario suelen ser recursos de uso cotidiano y hasta festejados cuando la grosería asoma.

          En la antítesis de la demagogia, Lacalle Pou persuade cuando habla por la forma respetuosa e inteligente con que se expresa, desandando el viejo camino de la complacencia con los que más gritan y de quienes, invocando las consabidas “políticas sociales”, encontraban en el “compañerismo” de causa las respuestas generosas a sus demandas.

          Por ello, entre otras cosas, el presidente Lacalle Pou recibe hoy la adhesión sostenida de la mayoría de la población en las encuestas de todo tipo que se realizaron este fin de año, incluso con resonancia internacional, a despecho de la oposición pérfida e irracional del sindicalismo comunista desatado, que no vacila en recurrir a las peores armas contra la población si ello sirve para acosar al gobierno en sus intentos por desestabilizarlo. La actitud del presidente en este sentido –serenidad y firmeza- es digna de