viernes, 11 de noviembre de 2022

DE ENCUENSTAS Y POLITÓLOGOS

                     Hay veces que resulta difícil juzgar la imparcialidad que, en rigor de emblemático en verdad, debieran lucir las encuestas y los inevitables comentarios que les endosan los politólogos y los comentaristas de lo general. El caso Astesiano es ese sentido, no obstante irse desvaneciendo con el paso del tiempo, reducido a un tema policial cuyas consecuencias pueden convertirse en un verdadero bumerán.

           Viene ahora la segunda parte: los politólogos están aplicando toda su ciencia para determinar por qué el caso Astesiano no melló la aprobación que el presidente Lacalle Pou recibe de la población, superando el promedio que los presidentes anteriores tenían en la mitad del período de gobierno. Es entonces cuando aparecen las interpretaciones más cavilosas, todas de imposible probanza, a cuyo vaivén se pierden los mínimos de sensatez exigibles, justamente en quienes suelen presentarse como expertos en la materia.

          Y digo de imposible probanza porque el resultado de una encuesta se expresa en números. Cosa distinta es pretender interpretar esos números en función supuestas intenciones de las personas consultadas, tarea vana por el prejuzgamiento antojadizo que conlleva y engañosa en sus resultados. Sería la interpretación desmereciendo a la ciencia.

          En el caso que comento tuvo que aparecer una encuesta novedosa y extraña realizada por una empresa de conocida afinidad con el FA, referida al grado de confianza que merece en la población el presidente Lacalle Pou. Ya no es la aprobación de su gestión, sino la confianza, maniobra burda por la falsedad intrínseca que supone, toda vez que, psicológicamente hablando, la aprobación es una indubitable expresión de confianza. Porque primero se confía, luego se aprueba.

         Del disparatorio habitual con que la oposición pretende desmerecer al presidente Lacalle Pou, este de “la confianza” bien merecería la calificación premiun de los últimos días.